;

El Kung Fu: Más allá del combate

06.01.2016
El Kung Fu: Más allá del combate

El Kung Fu es mucho más que una serie de ejercicios de pelea. Por supuesto, entrenamos ténicas de combate y son parte de nuestra rutina. Pero es mucho más. Tenemos que recordar que al entrenar no nos estamos preparando específicamente para un combate. No somos deportistas ni soldados. Estamos entrenando para perfeccionarnos. Nunca podemos hacer demasiado énfasis en esto. Esto es lo más importante, es lo que nos mueve a seguir entrenando.

Y nuestro perfeccionamiento entonces, ¿es ser más fuertes, más flexibles, más rápidos? Sí y no. Por supuesto aumentamos nuestras capacidades físicas en un sentido completo. No hacemos de nuestros músculos más grandes ni tratamos de ser tan flexibles como un caucho porque sí. Hay algo más. Los antiguos veían un valor intrínseco en el entrenamiento. Lo que hacemos significa más para nosotros. Así reflexionemos o no al respecto, estamos trabajando con mucho más que con nuestros músculos y tendones. Estamos trabajando con nuestra mente.
¿Y qué quiere decir esto? Puede ser que haya un trabajo inconsciente, pero más que eso, estamos trabajando con nuestros pensamientos, no con una abstracción intocable de nosotros mismos. Buscamos y logramos cambios concretos sobre lo que pensamos. Nuestra visión del mundo y de nosotros mismos cambia. No solo nos estamos haciendo de nuestro cuerpo más fuerte, todo de nosotros se fortalece. Somos una totalidad, y esto buscamos tenerlo claro.

Nuestro entrenamiento es la búsqueda de hacer todo de nosotros más fuerte. Es la búsqueda de perfeccionarnos. Perfeccionamos nuestra salud, sí. También cambiamos nuestras debilidades en fortalezas.
Todo esto viene a un punto clave en el Kung Fu. Hemos visto que nuestro cuerpo se hace más fuerte pero que hay algo más. Pues, se trata de nuestro espíritu, nuestra interioridad, como lo queramos llamar. Se trata de fortalecer aquello que hace que yo sea yo. Y este trabajo sí que es constante. Para esto no podemos decir “hoy no, mejor mañana”. Suena como algo duro, exigente, y de cierta forma lo es. Pero la recompensa es la fortaleza interior.
Para esto necesitamos algo que es difícil de hallar dentro de nosotros mismos, especialmente en nuestra sociedad contemporánea. Necesitamos disciplina. La disciplina no es solamente el ser duro consigo mismo sin buena razón. Es el impulso que necesitamos cada día para seguir el camino del perfeccionamiento. Es por medio de la disciplina que entrenamos más que nuestro cuerpo. Gracias a ella entrenamos nuestro espíritu, nuestra interioridad. Con ella nos hacemos más fuertes por dentro. Puesto de otra manera, por nuestra disciplina entrenamos nuestro espíritu, y al fortalecer nuestro espíritu nuestra moral fortalece.